Aún no llegas, y ya está
tu corazón aquí dentro.
Ven por el aire, o en el viento,
por lo que el viento no da.
Ven por el lento volar
de la torcaz recelosa,
por la luz tibia de rosa,
por el final de soñar.
Ven por lo que el viento dora,
por la brisa rumorosa,
por la humedad de la rosa,
por la frescura de ahora.
Ven con el agua de fuentes,
con la fragancia en la boca
del clavel en que te tocas
los labios, y me consientes.
Ven con la flor que murmura
en tus cabellos dispersos,
ven con la paz de los versos,
ven con la sombra y la luna.
Ven con la forma de amores,
con la serenidad
de tu divina bondad
entre milagros de flores.
Ven con la forma ligera
de un crepúsculo infinito,
en el arcángel bendito
que cuida de tu quimera.
Ven con la forma del viento
y la dulzura del día,
y con el alma de mía
que palpita en tu aliento.
Ven, y que en la alborada
de tus crepúsculos puros
se desvanezcan mis duros
dolores de la jornada.
Autor: Ramón López Velarde
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